Carlos Adalberto Fernández
Para Long
Y la miran pasar, cadencia oscura.
Los corazones baten dos por cuatro.
Qué paso, qué minón, flor del hembraje,
Aquí va a correr sangre y doler tango.
Un fueye que se estira al infinito,
anunciando la entrada de la Parca.
Ella mira, y abarca el horizonte.
perdida en un vacío de pestañas.
La rubia viuda negra tensa el hilo
que recorren dos guapos, ya atrapados.
Caderas y violín ondulan notas
de sensual ebriedad, de muerte en vuelo.
Las dagas se acarician, y sus filos
palpitan el desborde de la herida
que manará despecho, olvido y muerte.
Y la rubia sonriendo al de la suerte.
Y en un tango final, melanco y hosco.
Rubia y tango, unidos como hermanos
en el ritual que un guapo oficia y mata,
y otro muere, en eterno dos por cuatro.
Carlos Adalberto Fernández
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