Te despojo de mi sangre y mis besos.
Me arranco cada caricia tuya
de mi piel.
Las desecho todas, merecen hundirse en la ciénaga
de un olvido putrefacto.
Te deshago de mi cuerpo amante.
Te entrego sombras y sopor enfermo.
Ya nada de mi será para ti.
Solo odio y olvido.
Te deshonro con mi placer profano, regalado a otros.
En las tardes grises seré entrega abierta.
Seré sombra incierta.
Seré entretiempo loco y desahogo.
Rayuela de la nada.
Laberinto endemoniado del sueño roto.
¡No importa ya el amor!
Prefiero jugar a que estoy muerta.
Te desheredo de mi linaje.
De mi permanencia.
De mis labios.
De mis desnudez.
Del camino verdadero en mi sangre de mujer.
Te robo todo.
Todo obsequio vuelve a mí.
Obsequio amor.
Regalo estúpido del corazón inepto.
Te escupo mi grito de silencio engendro.
Mi inexistencia de todo este tiempo.
Tiempo que tragaste egoístamente.
Macho torpe desconocedor de la lluvia.
Señor vestido de polvo.
Te despojo de mi adiós.
Mi vientre se abre en sangre para ser no más que arena.
Amparo Carranza Vélez
11 de Julio de 2009
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