¡Y qué solos que estamos en la noche
como perros ladrando
bajo un cielo sin dioses!
Con los ojos abiertos a la herida
que a la intemperie sangra y al gemido
de este mundo que cruje y se deshace
como polvo de huesos que no dejan memoria
ve el peregrino de innúmeros retornos
que el tiempo se ha perdido
y quedan en las tumbas
palabras silenciadas
porque ya nadie escucha el paso de los días.
Como un riacho oscuro
pasan las sombras
de los que dieran luz a la palabra
ahora incomprensible, casi enigma
el oro sepultado por un oro tan falso
como el amor pagado.
Tartajeando los dientes se nos muere la vida
y estamos solos, solos
como perros ladrando
bajo un cielo sin dioses.
Con mi abrazo siempre
Long-Ohni
No hay comentarios.:
Publicar un comentario