jueves, septiembre 16, 2010

La ira


poderlo remediar
me atravesó la indignación.
Toda la tarde forcejié con mi ira.
Al final el silencio enlutó mi día.

El sitio donde guardo el corazón
devino una coraza.
La temible sombra devino,
como siempre, la tuya.

Mi mente, sobresaltada,
apartó un lugar especial.
Lo reservó para nunca olvidar
en un sitio de privilegio.

Al final de cuentas, ató los recuerdos
en los paréntesis de las letras.
Pero el tiempo acompañó y observó
impidiendo los detalles.

Traté que se sometiera al olvido
pero no obedeció y devino constante.
Blandió su espada y se hizo irreparable.
Los ademanes intentaron disculpas en vano.

Oscar Néstor Galante.

No hay comentarios.: