Como una piedra el dolor permanece
y pulen las arenas de la vida
sus sajantes aristas,
sus crueles asperezas
con el tiempo que oficia de artesano
en la diaria paciencia que requiere el olvido.
Mas no se ignora nunca que en pedregal se vive,
que no es un suave sílice donde se acuesta el alma
aunque creyentes fuimos en algún otro tiempo
del imposible hallazgo de toda la alegría.
Peñascos, rocas, filos
con que topa inocente el pie del peregrino
que busca, busca en vano el frescor de la hierba.
Apaga tu memoria, caminante,
no recuerdes el tránsito, la sangre
que inútil se ha quedado entre la piedra.
Es largo el trecho aún, quiere creerse
y puede que después de tantos pasos
haya un médano tibio donde acabar la vida.
Long Ohni
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