
Me senté frente a la luz,
pequeña luz que iluminaba todo:
Una pared desierta de cuadros y ventanas;
mis pies desnudos sobre un piso de madera.
Mejor que luz fuera cerrar los ojos y olvidarlo todo.
No escuchar ya más los sonidos que vienen desde afuera:
Gritos, pasos y palabras con mentiras.
No recordar promesas inventadas
que crearon otra luz, otra luz más profunda
más humana y en momentos hermosamente mía.
No, no más para recordar promesas que solo
han dejando a los ojos de mi alma...
ciegos
Alberto
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