burlando la escena
y yo aquí, sin verte,
sin oírte, sin tenerte
colaboro con él.
Siglos como segundos
vestidos de ruego
claman por tu presencia,
se asfixian sin notar
que no necesitan el aire para vivir
sólo precisan de nosotros
de nuestro amor conjugado
en un participio eterno.
Las lágrimas anegan periferias
escinden uniones
reflejan rutinas
y las perpetúan.
Impávida observo
las manecillas del reloj,
en inercia conservo
tu recuerdo
gastando la saliva
robada al grito de tu invocación.
Otra hora se marcha
y mi alma cobarde la sigue detrás...
Liliana Varela 2008
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