Dormimos el vuelo maduro
del trigo que nos da la vida.
Soñamos cabellos de infancia,
paz del amor bien hallado
entre tanta mezquindad del día.
Y somos pureza de vientres,
fértiles campiñas.
Mi mano se enorgullece
en tu rostro,
la caricia hamaca cabellos
y, en el merecido descanso
del cuerpo,
somos amantes, promesa
y semilla
©Elisabet Cincotta
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