Me visitó la muerte, esta noche, la del duelo.
La esperaba, como espero la luna cada tarde.
No me dijo palabra. Sus cuencas me miraban.
Una como risa colgaba de su boca cavernosa.
Se me presentó una noche estrellada de rencor y venganza.
Me dió la daga y tomó mi alma.
Por la Parca desenvaino, mato y sigo.
Le entregué mi cuchillo, mi esbirro, su verdugo.
Lo tocó con un dedo descarnado. Brillaba luna y sangre.
Tomó la sangre y me hizo otro encargue.
Cada muerto lo espero. Sé que vendrá esta noche.
Me parece que ríe.
--
Carlos Adalberto Fernández
La esperaba, como espero la luna cada tarde.
No me dijo palabra. Sus cuencas me miraban.
Una como risa colgaba de su boca cavernosa.
Se me presentó una noche estrellada de rencor y venganza.
Me dió la daga y tomó mi alma.
Por la Parca desenvaino, mato y sigo.
Le entregué mi cuchillo, mi esbirro, su verdugo.
Lo tocó con un dedo descarnado. Brillaba luna y sangre.
Tomó la sangre y me hizo otro encargue.
Cada muerto lo espero. Sé que vendrá esta noche.
Me parece que ríe.
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Carlos Adalberto Fernández
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