Tristeza profunda acunada en mi pecho,
laguna de duelos,
alberca de penas y recuerdos.
Remolino batiendo mis sentidos
que ya muertos soñaron responder
ahora son erguido séquito en mi sepelio.
Como boca del infierno me devora la soledad
con sevicia deglute trozos de mis entrañas.
¡Ay! dónde se fueron mis amigos hechiceros,
dónde puedo encontrar su acicate y su aire…
¿Dónde está mi mago negro?
¡Luto maldito te detesto!
Mi mente deambula por corredores estrechos
entre fantasmas agresores imagino tus manos en mi cuerpo
repasando alfarero mis caderas,
tu aliento ardiente solazado en mi cuello.
Mas, amarga hiel en mi boca si evoco aquellos besos,
corcovean ansiedades en mi vientre herido.
¡Qué rosas, ni qué margaritas, ni jardines…
nunca más quiero su arrebato mentido!
Nada me conmueve,
ni arreboles rosa, ni trinos, ni viento,
¡Menos las sonrisas de indefensos niños!
Ilusa fabricante de alas de cristal
para revuelos de inexistentes mariposas.
Nunca volaron…
Les pesaron mis penas y en noche negra murieron.
Afiebrado pincel sobre el lienzo boceta un paisaje de plomo,
allí, una cuasi figura humana errabunda arrastrada
desentona en el conjunto porque ya no cabe en ninguna memoria…!
Ana Lucía Montoya R.
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