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Cada vez
que una gota cruza sus mejillas
etapas de su vida se forman como un cuadro
hojas peregrinas de un árbol en otoño
al son de melodías traídas de un ayer
mirándose al espejo buscando no encontrar
los rasgos de una madre que tanto creyó odiar
momentos agridulces que fueron su niñez
en franca rebeldía al verse más segura
un ave sin fortuna queriendo recobrar
el tiempo que entre ellas
se fue sin esperar.
Paradojas de la vida mirándose al espejo
los surcos, los caminos
el nudo en la garganta ahora con más fuerza
mirando dos miradas chocándole la cara
ausente de recuerdo
la hija sin acuerdo pidiendo sin tranzar.
Lágrimas de historia tejiendo en los vacíos
la falta de cariño
de aquella que le dijo; ¡tú no vales nada!
reproches de mujer en mundo de juguetes
clamando en la adultez que nunca cubriría
los nudos que la historia
pensó
jamás olvidaría
otoño eterno al medio primavera
calor intenso que no cubrió un verano
mirándose a los ojos sin ver cuánto tenían
se fueron sin que ella
supiera que aún estaba.
¡Porque tú en tus mañanas, jamás verás mi noche!
paradojas de la vida de quien cuenta sus días
mirando cada nota de aquella melodía
sin pensar que al medio día
la puerta de su alma
también se cerraría.
Habrá jugado Dios su carta preferida
rotando el tiempo cambiando los zapatos
olvidó a corto plazo memoria en retroceso
ayer era la hija
con rabias injertadas
hoy es la madrugada a quien llegó su noche
su mente regresiva, no dijo a su interior
que al morir su día, vería un nuevo sol.
Paradojas de la vida
¿o Dios de responsable?
Esther en su rutina vivió los contrapuestos
el curso de esa vida con altos y caídas
los brazos extenuados de un hijo aún de pecho
la anciana y sus locuras de historias olvidadas
que fue entre sus sueños para besar su mano
diciendo agradecida
adiós querida mía
cautiva del olvido se fue sin escuchar
las frases que en silencio
le dijo en el lugar
que ambas comprendieron
lo hermoso que es amar.
Historias sin sentido salían de sus labios
canciones enclaustradas volviendo a su vivir
Raúl era un bebé, su madre también otro
mente de cristal y Dios con un martillo
llevándose la noche en que encontró el amor
un par de buenas copas y un hombre encantador
Franco con su guerra y ella en su interior
llevando las semillas de quien juro a su amor.
Paradojas de la vida
silencios sin razón
inspiran a un poeta que puede aún ver amor.
luis alberto gonzalez viera
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