Por buscar palabras claves
el ocaso despertó
trasgresiones imposibles.
Del ciruelo -en el otoño- poco queda.
Las cenizas alardearon la tristeza
y el gris no sólo fue cabello.
Intenta resurgir en la osamenta
del encorve que rotula el tiempo.
Ya no habrá en el lecho margaritas
-quizás se las llevó el viento-
Y transita mendigando soledades
-que de a dos son más llevaderas-
aunque el fruto final de este camino
sea llanto/ noche que emigre sin el sueño
que gestione el poema.
Elisabet Cincotta
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