¿Quién apedrea mi corazón de esa manera?
¿Acaso no ven que aquí no hay nadie?
¿Acaso no saben que ya no existo?
Dejé mi cabeza junto a la de Silvia, en el horno
y un par de poesías buenas sobre mi suerte.
El cadáver de ustedes pendiendo de mi memoria.
Muerta de mí ya no los necesito.
Habrá del recuerdo, el dolor.
Fanny G Jaretón
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