Es de noche y aún despierto
siento un vacío en la cama,
un vacío tan inmenso
como el más grande desierto,
que sólo podré llenar
con tu presencia anhelada.
Esta noche he dejado
las puertas abiertas de mi alma,
y por el suelo he regado
esperando tu llegada
mil pétalos de rosas blancas.
Ven mujer no tengas miedo,
toda vestida de luna
que así desnuda deslumbras.
Ven complace mis deseos
e ilumina esta penumbra.
Entra despacio y callada,
que no se sientan tus pasos,
yo abrigaré con mis brazos
tu figura tan soñada,
me ceñiré como un lazo
a tu cintura quebrada.
Ven desnúdate mujer,
abandona tu corpiño,
que yo cual sí fuera un niño
desesperado en beber,
juguetearé con mis labios
entre tus pechos dormidos
y los haré florecer.
Deja que caiga tu falda
con su interior por el suelo,
yo bajaré por tu espalda
suavemente con mis dedos,
hasta llegar a tu alcázar
para encender tus deseos.
Iremos a navegar
el ancho mar de mi cama,
nos revolcaremos gimiendo
en las olas de mis sábanas
hasta llegar al final...
Y así dormido y sonriendo
me verá la madrugada,
soñando que estoy despierto
con tu cabeza en mi almohada.
Luis L3mos
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