Todo el mundo entrevisto en el humo azul
de un café y un aire danzante por la cintura
de las camareras, extraña curva de un sol
fantasmal bajo la sombra fiel destas calles.
Declinante luz al filo de otros dados y una íntima
voz para evocar las calles de otro tiempo
como el remoto camino que a esta noche
precisa entre todas las noches condujo. Exacta cifra
en la baraja marcada del infinito azar
de los tiempos: ya en la noche cerrada se hunden
los pasos del viejo y detrás otros pasos. Y qué negro
parece ahora tu mar, qué lejos del Faro, Alejandría.
Alejandro Drewes
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