De: Salvador Pliego
VII
(El poeta se enamora)
Del viento voy. Del viento vengo.
Yo, del subterráneo y de la noria, Juan sin nombre;
Del agricultor ciego en el olivo, Juan sin ojos;
De la aurora abierta de las campamochas, Juan sin frente;
Minero fresco del paisaje, Juan sin dedos:
Voy de campo en campo
degustando ese sabor a trigo,
de otoños silenciosos y migrantes,
de nidos cubiertos de alas y respiros.
Del viento vengo, al viento voy.
Ráfaga de plumas, codornices y gorriones.
Sin nombre. Así como el bosquejo de la lluvia:
una gota en una boca y un beso en la memoria.
Puerto fijo, puerto errante.
Encallado en un aroma, en unos labios,
en el pórtico de aquella que extendió sus brazos.
¿De qué sombra?. ¿De qué río?
Ella se acercó a mi rostro,
y en la más profunda y beata tarde del silencio,
su boca acarició mi oído
y escuché su beso latiendo cual delirio.
Y con las lágrimas rodando
en el más puro sentimiento,
me fui al mar a tocar su espuma,
le murmuré un "te quiero",
y miré las olas en sus ojos golondrinos.
Me llamó "Poeta"…
Mar, en ti enjuago mis lágrimas de río.
¿De qué noche el azul tu frío?
¿En qué velada las estrellas en suspiros?
¿Cuántas veces un grito un soplido?
¡Ah!... Mar, perpetuo viejo amigo.
¡Si hay alguien como ella en mi suspiro!
¡Me llamó "Poeta"!…
Y mis lágrimas mojaron tu camino.
Acorralado por tu encanto,
tus frescas gotas se crispan en mi oído.
Oh viejo mar, mi viejo amigo.
De su dulce boca escuché un sonido:
Me llamó "Poeta"…
Y guardé su mimo en mi verso clandestino.
Salvador Pliego
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