Issa Martínez Llongueras
Se nos rompió la noche
en el suspiro de las farolas
para respirarnos eternos.
Santificaron las umbrías
la desnudez de las carnes
en compases de tango.
Se anudaron los besos,
ataron el aire los ojos,
y un tal vez
quedó guardado
en el lamento de la despedida.
Issa M. Martínez Llongueras
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