
Cuando la mar
sintió al marinero habituarse
al vaivén de sus olas,
y le escuchó platicar
con sus vientos amantes ;
sobre, faros , puertos
e islas lejanas
tempestuosa de celos,
lanzó inmensos oleajes
y el cielo ardoroso :
sus rayos cegantones
a la barca impotente
Ahí, la nuez o barca,arrastrada
al garete : ahí la muerte invita a la fiesta
o al grito de la tierra
La sorda muralla de invierno
cerraba la puerta a su voz :
lo obligó ser sereno y temerario
en la lucha o en la acción
corrió anudarse
al timón iracundo
riñó con firmesa
bramó de furor :
creció en la constancia
y capeo el temporal
orgullosa la barca
de su capitán
hendia su proa
en rumbo del puerto del sur
Manuel Ramos Martínez
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